Al voltear la cara dejó de sonreir. Nunca más lo volvería a ver.
El dolor de su cabeza no dejaba de hacer sangrar ideas.
No quería ni su voz, ni las lineas de sus manos.
Al voltear la cara dejó de sonreir,
pero sintió un hilo de alivio que se alojó en el centro de su pecho.
Desde una ventana se escuchaba la música de dead can dance,
y recordó cómo se reía hace diez años.
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