Por Valeria Solís T.
“Si hago tantas cosas debe ser porque tengo un impulso de expandirme, no pretendo invadir, pero sí expandirme…”
Sentado frente a un clásico y estilizado escritorio, Héctor Noguera personifica a Andrew. No levanta por casi dos horas la vista de unas cartas. Tampoco lo hace Shlomit Baytelman quien toma la voz de Melissa. Es que la obra escrita por el guionista norteamericano AR Gurney, está pensada para ser leída y los 50 años que pasan en la vida de estos personajes enternecen y emocionan por el poder de la voz de los actores y no de sus actuaciones.
Love
letters, que también dirige Noguera, envuelve al espectador por su intimidad y
elegancia literaria. Cuenta Noguera que la obra llegó a sus manos por el
productor argentino Miguel Shapira y le gustó de inmediato: “Es una obra que está escrita con un oficio
de escritor notable, de dramaturgo notable”.
-No
me ha resultado así con “La vida es sueño” por ejemplo, que es un espectáculo
absolutamente masivo, la he dado ante 6 y 7 mil espectadores y hasta 5, y en
diferentes países.
-Lo
que me gusta de la obra es que el escritor la hizo para ser leída.
-Ahora
dura menos. La obra se ha acortado porque fluye más. Es una obra extremadamente
musical, es rítmica, aquí el ritmo está marcado por las pausas de los
silencios, las detenciones, que generan en el público una cierta tensión de
quién va a hablar. Ella por ejemplo plantea una pregunta esperando ser
respondida y él responde con otra cosa, es el que menos responde a las
preguntas de ella; ella es más directa. Todo eso está marcado, los ritmos, las
sorpresas de saber qué le va a responder el otro. Sorprende por la respuesta o
por la no respuesta. La obra está magistralmente hecha, cómo se está tejiendo
el carácter de ella y de él, cómo se va diferenciando, porque al principio son
niños, pero después son muy distintos los dos. Es muy interesante no hacer los
cambios de edad físicamente, sino únicamente por el texto, ¡sólo por el texto!
Eso habla de una escritura muy fina, muy acuciosa, de mucho oficio de parte del
escritor. (la gente) podría decir entonces ¿Por qué no la leen no más? No,
porque es el actor el que va dando los ritmos, las pausas, los tiempos. ¿Pero
si la van a leer, mejor la leo yo? No, porque la musicalidad del texto la deben
entregar los actores.
Por
otro lado, tras un largo periodo involucrado con la escuela de teatro de la
Universidad Católica hoy es Decano de la Facultad de Arte y Teatro de la
Universidad Mayor, y sobre las tablas ha estado con más de 150 montajes
teatrales, siendo Teatro Camino, su mayor tesoro de los últimos 20 años.
Sorprende que estés vinculado fuertemente al teatro, a la
televisión, al cine, eres Decano de una Universidad ¿Cómo se hace eso?
-Yo
me he ido armando sin querer queriendo esta forma de vivir. Creo que para mi
todo está muy relacionado. El puesto que yo tengo en la Universidad Mayor nace
porque se interesaron en cómo yo llevaba el Teatro Camino, siempre fueron dos
entidades diferentes, pero se juntan a cada rato, la universidad nos da
auspicios, nos pone un bus de acercamiento. La televisión tiene que ver, porque
es importante para el teatro, pues provee el dinero, lo que gano se invierte en
las obras, en la infraestructura.
Cuenta
que hace un tiempo se fue unos 10 días a Nueva York, a la casa del único amigo
que conocía allá. La idea era desconectarse, dejar totalmente cerrada su agenda
y descansar, pero al tercer día se sorprendió al ver que tenía miles de cosas
que hacer “y además de las obligaciones que me impuse yo como ir a tal museo, ver
tal obra, ya tenía una agenda tan complicada como la de Santiago y yo me decía
¿Por qué si yo vine para no hacer nada?” –relata riendo.
¿Y cuáles de todas
las expresiones creativas que desarrollas te llenan más?
-Si
me dijeran tiene que escoger una sola cosa, escojo el teatro, indudablemente,
porque es una actividad que depende casi solamente de uno. En la televisión, en
el cine, uno es una parte de un gran todo, donde tu dependes de muchas personas
y de cosas que no puedes manejar.
¿Hay algún proyecto del cual te arrepientes de haber
participado?
-Para
mí no existe el éxito o el fracaso; todo es parte de un mismo proceso, hay
veces en que se necesita que las cosas no resulten como uno quiere para que
resulten otras que uno ni sospecha.
¿Hay desafíos que no pueden no realizarse?
-Eso
me ha ocurrido muchas veces, que hay obras que se me aparecen en el camino y
que yo digo esto no puedo no hacerlo, me siento en la obligación de hacerla,
por ejemplo “La controversia de Valladolid”, cuando la leí pensé en eso; como
que se me instalan necesidades. Hay cosas que quieres contar porque las
encuentras necesarias, porque te haces la ilusión de que va a tener una
recepción en muchos y en quienes tengan esa recepción va a provocar alguna
transformación, alguna reflexión y que de alguna manera algo se va a mover
porque tú lo haces. Las obras que yo presento en el Teatro Camino, grados más o
grados menos, las hago porque me parecen indispensables. Las ideas vienen, las
obras vienen, se encuentran con uno, se produce una sincronía, empiezas a
imaginarla. Por ser Héctor Noguera quién es, por dónde está ubicado, qué hace,
su historia y para dónde quiere ir o hacia dónde va, esta obra hay que hacerla.
¿Y quién es Héctor Noguera entonces?
-Yo
soy muy malo para las definiciones (ríe) uno es un montó de cosas diferentes.
Creo que hay que ser muy flexible, hay que ser muy cambiante, hay que dejarse
influir con las cosas que le ocurren a uno, con las cosas que ve, que percibe.
¿Y las teleseries cuándo se dejan?
-Yo
no pienso dejarlas, yo no tengo un límite. Creo que es probable que las
teleseries me dejen a mí, pero mientras no me dejen, yo voy seguir haciéndolas.
Para mi es actuar, es hacer mi oficio.
-Poder
continuar es un desafío diario, hacer teatro, hacer arte en Chile es difícil,
las cosas no se te facilitan, hay que estar siempre inventando otros caminos,
inventándose el lugar de uno ahí adentro, estar atento a los cambios que se van
originando, ser flexible a esos cambios. Ésa es la labor.
-Acoge
compañías de jóvenes y de afuera también. Es muy importante y me importa mucho
que sea un teatro para todos…Las compañías que tienen salas debiéramos tener
una subvención anual que nos permita mantenerla, porque implica sueldos, para
las obras puedes aplicar fondart o un auspicio, pero lo que no puedes es
mantener una sala sin personal. Y eso
las obras no la dan.
¿Y en ese sentido Teatro Camino está financiado por la
televisión?
-Claro
por la televisión, por el auspicio de la Universidad, las funciones vendidas y
la publicidad que hago. Se requiere muchos afluentes.
¿Cuál es la huella que crees que dejas en la nuevas
generaciones con tu propuesta de trabajo?
-Yo
creo que a estas alturas de la vida, los jóvenes ven en mí, uno supone, ellos
ven, en lenguaje bien juvenil, a un viejo bien aperrado…(reflexiona
largamente). Es que las cosas que hago están muy unidas…
Sobre la publicidad hubo personas que les chocó verte porque
eres hombre de teatro..
-Yo
no tengo ningún problema. Si estuviera promoviendo algo indebido, pero no veo
porqué no. Hacer un publicitario por pocas horas de trabajo uno recibe una
cantidad de plata que yo digo con esto salvé el año del Teatro Camino…, yo
quiero ser una persona que comunica a través de muchos medios, pero a la larga
es una sola cosa. Si hago tantas cosas debe ser porque tengo un impulso de
expandirme, no pretendo invadir, pero sí expandirme. Creo que hay una
diferencia entre los dos, invadir es imponer y expandirse es…
Publicada en Revista La Panera, mayo 2011
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