En un mundo tan lleno de mensajes, no es raro que se pierda el sentido de las palabras. No es raro, que se piense que el poder de la palabra es muy menor, porque no vemos sus efectos. Sin embargo, la vida que sigue aquí esperando a que la miremos, sigue sus propias reglas. "El que tenga oídos, que oiga".
A continuación presento un video del científico japonés Masaru Emoto, quien nos enseña cómo las palabras afectan el agua. Por tanto, cómo las palabras afectan nuestras emociones, curando o dañando. Y eso nos da una pista: hay que aprender no sólo a hablar, sino también a pensar.
1 comentario:
A ver, a decir...y muchos otros verbos, es verdad. Y también aprender a aprender. Cada día puede significar algo nuevo en esto, si uno es capaz de enfrentarse. Las palabras, y gestos, pesan siempre, directa o indirectamente... y tienen múltiples destinos que no sabemos. Y yo diría que uno puede mirar el juego de la vida, pero finalmente lo valioso es jugar. En ese momento, las palabras cobran todo sentido, se viven, y pasamos a participar de la construcción de sus reglas.
Gracias "profe", fundamentalmente por las palabras, que incluyen preocupación y tiempo.
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