Hoy en el HBO vi un espectáculo de Madonna en Londres y me quedé pensando en que cuando la libertad se usa de manera inteligente y creativa, el resultado sólo te puede dejar callada...y meditativa.
Me acordé de esa chica que tenía su partner en la U y que cuando decía armemos una revista de arte cuando nadie creía que la cultura era rentable se intentaba igual, aunque se gastaran las pocas lucas en fax; o que cuando decía hagamos este viaje, se iba no más sin pensar en la cantidad de caminos que harian posible una aventura.
Me quedé pensando en esa mujer que podría usar su libertad de manera inteligente y creativa, pero, sin razón explicable se ha quedado prendida en que:
No fue Camile Claudel,
no fue Teresa Wills Montt,
no fue Cortázar,
no fue Elena Caffarena,
no fue la lumbrera de un teatro shakespereano;
no fue Isabel Adjani, porque su madre le advirtió que si lo intentaba mejor se iba de la casa;
no fue Patricia Verdugo, porque ese cupo ya estaba ocupado.
Tampoco fue la Winona Rider, porque aunque a veces tocara esa delgadez, su vulnerabilidad no daba para tanto...
no fue tampoco Fuguet, porque esa sensibilidad iba para otro lado;
no fue Ana Belén, porque sus insomnios eran más densos que los de ella;
tampoco fue Cecilia Roth, porque cuando la entrevistó se dio cuenta que sus fantasías sobre ella eran mejores que la realidad entre Fito y Cecilia.
Y, mientras siga sintiendo sobre todo lo que no fue, su libertad estará observándola al borde del camino.
Me acordé de esa chica que tenía su partner en la U y que cuando decía armemos una revista de arte cuando nadie creía que la cultura era rentable se intentaba igual, aunque se gastaran las pocas lucas en fax; o que cuando decía hagamos este viaje, se iba no más sin pensar en la cantidad de caminos que harian posible una aventura.
Me quedé pensando en esa mujer que podría usar su libertad de manera inteligente y creativa, pero, sin razón explicable se ha quedado prendida en que:
No fue Camile Claudel,
no fue Teresa Wills Montt,
no fue Cortázar,
no fue Elena Caffarena,
no fue la lumbrera de un teatro shakespereano;
no fue Isabel Adjani, porque su madre le advirtió que si lo intentaba mejor se iba de la casa;
no fue Patricia Verdugo, porque ese cupo ya estaba ocupado.
Tampoco fue la Winona Rider, porque aunque a veces tocara esa delgadez, su vulnerabilidad no daba para tanto...
no fue tampoco Fuguet, porque esa sensibilidad iba para otro lado;
no fue Ana Belén, porque sus insomnios eran más densos que los de ella;
tampoco fue Cecilia Roth, porque cuando la entrevistó se dio cuenta que sus fantasías sobre ella eran mejores que la realidad entre Fito y Cecilia.
Y, mientras siga sintiendo sobre todo lo que no fue, su libertad estará observándola al borde del camino.
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