Competir es parte de nuestra humanidad. Unos se pasan más de listos que otros, claro está.
¿Qué habrá detrás de la competencia de cada uno?
¿ambición, inseguridad, egos, vulnerabilidad, trancas, traumas, desafíos?
Hace unos días quise salir de la contingencia, aunque me llegó de rebote que la gente se tomó la Alameda, porque le cerraron el metro y también me rebotaron las pechugas al aire de la Bolocco (metafóricamente hablando), por lo cual, tan fuera de lo que pasaba en la contingencia no estuve.
Sin embargo, me topé con esto otro, esta cosa de las competencias.
Sin entrar en detalles, pero fue agotador..., no dio para guerra, eso es parte de mi literatura, pero sí para una competencia simulada, para esa actitud de tanta gente que le molesta que le puedas hacer sombra y no saben cómo reaccionar más que ninguneando solapadamente.
Puse esta foto, porque como sabrán, al final de la segunda guerra, los rusos llegaron primero a tomarse Alemania y no los norteamericanos como hemos visto incansablemente en muchas películas. Bueno, esa ganancia en la competencia de imágenes, sin duda, le ha traído muchos bonos a los que viven al sur de Canadá y al norte de México.
Yo no voy a cambiar el mundo ni la forma de competir,
pero pucha que agradezco la competencia de frente,
la competencia sin empujar, sin chaquetear, sin mentir, para poder ganar.
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