Cuesta, porque durante el año una suele enajenarse con las obligaciones, responsabilidades, los otros, las otras, hasta finalmente perder con una increíble facilidad el camino que nos conecta con nosotras mismas,
es decir, con lo que permite que todo lo que uno diga y haga tenga sentido.
Bueno, tuve que irme de vacaciones y refugiarme en el silencio y la naturaleza (con la impagable compañia de mi hija) para encontrar las palabras de todo lo que me ha pasado y es que, ya no quiero desconectarme nunca más del color de mi alma.
No quiero por más bulla que haya, por más externo que me implore, salir de mi misma.
Encontré un libro muy lúcido en estos días "mujeres que andan con lobos", esta experiencia junto con mi cargada sensibilidad, le han dado un tono a mi vida maravilloso, como esa sensación de meterse en una piscina y salir a flote mientras una briza dulce golpea con suavidad los ojos.
Nada más que decir que, estamos de vuelta, con la piel de la mujer salvaje (sic).
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