Entonces ella al dar la vuelta a la esquina se topa con él.
Ella se dice a sí misma "seguro que 5 minutos antes o 5 minutos después esto no hubiera ocurrido".
Pero ocurrió, y sólo bastaba saber si se haría cargo de ese encuentro.
Había pasado un año.
La vida es lejos más mágica de lo imaginable y también puede ser muy cruel.
Para dónde vamos.
¿Qué es más importante las mañanas aseguradas o ese momento, en esa calle, en ese minuto donde el corazón se completó?
¿Qué es más importante luchar por mirar al mismo lugar, o dejar que cada uno mire su propio horizonte, con sus propias pupilas, pero cerca, de alguna manera, cerca el uno del otro?
¿Qué tiene más valor, el día que dijiste amar y escuchaste te amo con total sinceridad o la promesa de un amor cotidiano?
¿Qué voy a hacer cuando no vea más tus ojos y no exista ni esa calle, ni ese minuto, ni ese silencio?
Ella estaba encandilada con la humedad de sus palabras y la cercanía de su respiración y empezó a sanar, sanar,sanar desde adentro.
Y él, encandilado con su estampa (nunca me di cuenta de lo delicada que eras), empezó a calmar y calmar la cascada de pensamientos a los cuales se había acostumbrado los últimos 5 años y que sólo habían provocado dolor, heridas y lágrimas.
En ese minuto, en esa calle, a la vuelta de esa esquina, ella le prometió realidad y el recogió templanza.
Hoy, ambos esperan que en algún minuto, en algún lugar del mundo, a la vuelta de una esquina puedan volver a encontrarse.
Mientras, él piensa "qué será de mi sin tus ojos" y ella respira cada letra de la palabra separación.
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