Asesoría y Comunicaciones para las Artes

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miércoles, julio 04, 2007

¿ DE QUIENES SON LOS VOTOS?

Unos diputados se enojan porque el poder judicial acepta el recurso de protección en contra de la votación de 44 diputados que se negaron a aceptar el derecho a voto de los chilenos que viven en el exterior. Eso se consideró intromisión indebida. Por otro lado, tenemos a un señor más canoso que colorín que corre el peligro de ser expulsado de su partido por no haber votado en amén a la tribu. Me perdí.
¿De quiénes son los votos?

A ver, yo entendía que cuando uno votaba por un canditado a diputado o senador, lo hacía pensando en la más cercana representación de mis puntos de vista. Pensaba que era lo más cercano entre yo y el poder. Pensaba que como yo no tenía tiempo para ir a Valparaíso, tenía que mandar a mi representante a estudiar, conocer, discutir y votar por mí en los proyectos de ley. Incluso, pensaba que como yo no tenía tiempo, mi representante también podía presentar proyectos de ley de su autoría, mal que mal, debería ser digno de mis respetos por su inteligencia y asertividad.

Me equivoco?

Cuando tenemos a Adolfo Zaldívar pronto a dar sus argumentos en un tribunal "supremo" ( me imagino las películas medievales con herejes y todas esas cosas insólitas)por no haber votado para aprobar el financiamiento del catastrófico sistema de transporte capitalino, creo que estamos frente a un atentado a la democracia.

Sé, imagino, pienso, que es necesario el tema de las coalisiones para efectos de garantizar un norte, una coherencia a los planes del Poder Ejecutivo, pero de ahí a que el tema se transforme en una suerte de poderes iracundos y fácticos... no señores!

Si siguen convencidos que así, y sólo así nos aseguramos la democracia, porque en la vereda del frente las cosas serían peor, mejor nos ahorramos la plata de las campañas y nos dedicamos a elegir coalisiones y entre ellos eligen a sus representantes, llámese diputados, senadores o alcaldes, y así, nos olvidamos de la democracia, de la gente, del puerta a puerta, de los afiches, de todas esas añosas y fantasiosas aspiraciones democráticas que tiene la gente.

De esa forma, incluso, el proceso sería más cortito, porque no habría que estar convenciendo a nadie, bastaría tener un tribunal "supremo" para todos los de la coalisión y que al menor atisbo de personalismo, corte la cabeza a destajo en la medida de su voluntad aparentemente incorruptible...

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