Se acaba febrero y aún tengo la sensación de vacaciones en la playa. Recuerdo que en mi infancia era infaltable estar en la playa y ver la vedette nacional: el Festival de Viña y sus risueñas vulgaridades.
Es de todos los veranos las críticas a un festival que privilegia los invitados internacionales en desmedro de las competencias mismas. También son predecibles las críticas a los animadores sucesores de un señor Vodanovic que pisó durante 25 años el mismo escenario como buen anfitrión de fundo.
Y como esto es costal de los matutinos, prefiero hacer una modesta reflexión sobre los organizadores de este Festival.
La verdad es que me violentan los patrones de fundo sobre todo cuando asimilan poderes que nadie les ha dado.
Me violenta esta dictadura de pensamientos disfrazados.
Porque si un canal de televisión gana una licitación para "transmitir", "emitir"," hacer llegar al público" lo que pasa sobre un escenario durante unos días, me parece muy cara dura que además se arrogue el derecho de discriminar qué mostrar y cómo.
Es patético leer el diario estos días y ver como los "artistas" le andan pidiendo disculpas a los canales (13 y TVN) por no cumplir con sus líneas editoriales.
¿Los artistas no deberían estar concentrados en sus espectáculos más que en los estatutos de estas mostruosas empresas?
Que tenemos en el frente:
Un canal 13 con una ex miss universo que le muestra el culo a todo el planeta; un canal pontificado con un conductor de televisión treinteañero que no sabe modular, sonrientemente le cambia el nombre a los artistas invitados (su principal pega) y advierte que pese a ser animador del popular Festival le debe lealtad a su equipo de trabajo y no al público de la Quinta Vergara (como si la gente no se diera cuenta cuánto pesan 30 millones de pesos en el bolsillo y cuánto pesan los otros millones que recibe por ser rostro de multitienda un tipo que "se vendió" como rebelde); un canal con un humorista de chistes cortos que ahora anima programas y que hace un tiempo nos enteramos que además de su familia para la foto tuvo por 12 años de amante a una vedette (claro está que el fondo no es esto último) y su casa televisiva le brindó su incondicional apoyo; a un canal con un cantante-animador que tiene el provilegio de ser parte del show porque sus jefecitos son "los dueños del festival" y que sin decoro alguno pide dos antorchas como si estuviera en una rifa de barrio; un canal con un Director ejecutivo que le quita las cámaras fotográficas a los reporteros que cubren el Festival y que cada vez que aparece en pantalla intenta justificar los negocios que se hacen a puertas cerradas...; un canal que cuando en sus programas hablan temas para reflexionar mínimamente se dice"nos pusimos serios, sigamos hablando...(huevadas)".
Lo curioso es que todo eso y mucho más responde a la famosa línea editorial de este canal de televisión hipócritamente pechoño.
Sin embargo, no responde a la línea editorial, y los productores se espantan, cuando un irreverente rey feo como Avello insinúa mostrar partes de su anatomía o que Los Tres manifiesten su postura frente a la píldora del día después o que un humorista que hizo reir a carcajadas cuente chistes con contenido sexual en su rutina.
Creo que la Olivari es el baluarte de esta esquizofrénica realidad televisiva:
Después de mostrarle sus siliconas al país en diversos programas de poca monta, aparece en la inauguración del festival vestida niñita de primera comunión; luego nos llora sus problemas sentimentales para ver si el público le perdona su vestido de repollo; continúa su rutina mostrándole al mundo un pezón que nadie le pidió y al día siguiente insinúa al igual que Avello bajarse su diminuta tanga colaless. La Olivari vuelve a llorarnos y declara sentirse pasada a llevar. (Todo esto, claro está, cubierto profusamente por el canal en cuestión)
Da lo mismo qué es verdad en esta mujer. Lo que no da lo mismo es que la televisión chilena insista en hacernos creer que la bipolaridad la lleva.